Obras maestras de vino y licores en su puerta
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La Maison Rémy Martin, uno de los nombres más prestigiosos del mundo del coñac, encarna la esencia de la excelencia y la tradición desde su fundación en 1724.
Su historia está profundamente arraigada en la familia Rémy Martin y su compromiso con la creación de coñacs excepcionales.
La historia de la familia se remonta a muchas generaciones, y es esta continuidad familiar la que ha dado forma a la filosofía de la casa. Fundada por Rémy Martin, la destilería se encuentra en Cognac, Francia, donde la familia comenzó a destilar coñacs de alta calidad. La experiencia y la pasión de la familia sentaron las bases de lo que se convertiría en una marca de renombre internacional.
La especialidad de la Maison Rémy Martin reside en su compromiso con la calidad y la singularidad. El Domaine está situado en la región de Grande Champagne, uno de los crus más prestigiosos de Cognac. Los viñedos de Grande Champagne se benefician de suelos calcáreos que confieren a las uvas una riqueza aromática y una complejidad inigualables. Estas uvas son la base de los coñacs, famosos por su finura, equilibrio y elegancia.
La Maison Rémy demuestra su compromiso permanente con la innovación, preservando al mismo tiempo la tradición. La gama de Cognacs incluye una variedad de expresiones, desde los Cognacs clásicos hasta creaciones más contemporáneas, mostrando la diversidad y versatilidad de la casa.
Rémy Martin también es conocida por su compromiso con la sostenibilidad y la preservación del medio ambiente. La casa se esfuerza por minimizar su huella ecológica en todas las etapas de la producción, desde el cultivo de la uva hasta la destilación y el envejecimiento de los aguardientes.
Se trata de una mezcla de los dos mejores crus de la región delimitada de Cognac, el Grande Champagne clasificado Premier Cru y el Petite Champagne clasificado segundo cru, elaborado con más de 400 eaux de vie.
La capa es de color ámbar claro
La nariz: amplia paleta aromática que va desde fragancias de ciruela a naranja confitada de Córcega, apasionadamente mezclada con flores blancas como espino blanco de primavera, jazmín, flor de melocotón de vid, violeta.
En boca: intenso y largo sobre toques de avellanas muy ligeramente tostadas, canela amaderada con un final aterciopelado y redondo.
Divino como aperitivo consumido como trago largo con un agua Perrier y una rodaja verde o una Schweppes de cítricos para exaltar sus diversidades.
