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Obras maestras de vino y licores en su puerta
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El coñac Grosperrin es un nombre que resuena con excelencia y tradición en el mundo del coñac. Esta empresa familiar, fundada por Jean Grosperrin, es conocida por su compromiso con la artesanía y la excepcional calidad de sus coñacs. Con una historia que se remonta a más de dos siglos, Cognac Grosperrin es el fruto de una pasión transmitida de generación en generación.
La historia de la familia Grosperrin comienza a principios del siglo XIX, cuando Jean Grosperrin, comerciante de vinos, empezó a producir y comercializar Cognac. Desde entonces, la familia ha desarrollado una experiencia única en la selección de coñacs excepcionales procedentes de los mejores dominios de la región.
Lo que distingue al Cognac Grosperrin es su decidida apuesta por la calidad y la autenticidad. A diferencia de las grandes casas de coñac que producen mezclas, Grosperrin se centra en comprar y madurar coñacs de pequeñas destilerías artesanales. Estos coñacs envejecen en barricas de roble en las bodegas tradicionales de la región de Cognac, donde el clima suave y oceánico desempeña un papel esencial en el proceso de maduración.
El terroir de la región de Cognac es un elemento clave en la calidad de los coñacs Grosperrin. Los viñedos se asientan sobre suelos calcáreos, que confieren a las uvas una riqueza mineral única. Además, el clima suave, atenuado por la influencia del Océano Atlántico, favorece una maduración lenta y regular de las uvas, lo que permite el desarrollo de aromas complejos de gran finura.
Lo que hace aún más especiales a los Cognacs Grosperrin es su edad. La casa se centra en la adquisición de coñacs maduros, algunos de los cuales tienen más de 50 años. Estos coñacs se seleccionan cuidadosamente por su calidad excepcional y su capacidad para revelar toda la riqueza y complejidad del terruño de Cognac. Cada botella es un testimonio vivo del saber hacer y del patrimonio ancestrales de la región.
El enfoque de Grosperrin en la producción de Cognac también está marcado por su respeto a los métodos tradicionales. Los coñacs se destilan a mano en alambiques de cobre, utilizando técnicas transmitidas de generación en generación. Esta atención al detalle y a la tradición garantiza la autenticidad del pRéserver y la esencia misma del Cognac.
Los Cognacs Grosperrin se distinguen por su complejidad aromática, su finura y su equilibrio. Cada botella cuenta una historia única, con sutiles aromas de frutas, flores, especias y notas amaderadas. Degustar un coñac Grosperrin es una experiencia sensorial inolvidable, que ofrece una profundidad y una elegancia que harán las delicias de los conocedores más exigentes.
Los coñacs Grosperrin se distinguen por su complejidad aromática, su finura y su equilibrio
Este Cognac no es Millésimé, pero al igual que el N°71 puede beneficiarse de una indicación de edad mínima de 36 años.
Producido en las laderas calcáreas de Vars, a unos cien metros de altitud (raro en Cognac, donde la altitud media es de unos 20 metros), este lote compuesto por varias barricas de viejos Cognacs, todos ellos notables, ha sufrido dos herencias sucesivas.
En 1982, la viuda del productor heredó este último, y dejó de cultivarlo a la muerte de su marido.
En 2017, ella a su vez falleció, y legó a sus hijos las preciosas eaux-de-vie producidas por su difunto marido.
Tuve la oportunidad de volver a comprarles estas barricas, incluida ésta, que estaba alojada de forma bien diferenciada de los otros lotes en la bodega del hijo, él mismo agricultor en las tierras de sus padres.
Túnica de oro viejo, reflejos ambarinos.
En nariz, el color se anuncia: ¡un Cognac de gran clase! Notas tensas, salinas y minerales, discretos toques de fruta confitada.
La nariz tiene mucha clase.