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Obras maestras de vino y licores en su puerta
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En la década de 1860, la familia Ragnaud poseía un pequeño viñedo en Grande Champagne de Cognac, un cru aún no clasificado Premier Cru pero reconocido por todos los profesionales de la época como el mejor Cru de la región de Cognac y que más tarde sería clasificado Premier Cru por sus excepcionales cualidades.
El viñedo entonces, como ahora, estaba plantado con Folle Blanche y Ugni-Blanc, una variedad de uva resistente a la filoxera, una enfermedad mortal que asolaba todo el viñedo de Cognac en aquella época.
Fue en 1920 cuando Paul Ragnaud se instaló en el Château de Ambleville, seguido en 1941 por su hijo Raymond, que decidió crear la marca Raymond Ragnaud embotellando bajo su nombre las eaux de vie de su herencia.
En 1963, su esposa, ayudada más tarde por sus dos hijos, Françoise y Jean-Marie, aumentó el viñedo mediante sucesivas compras hasta alcanzar las 47 hectáreas repartidas en 3 propiedades: Ambleville, Criteuil la Madeleine y Lignères-Sonneville en las célebres laderas calcáreas de Grande Champagne.
Desde hace 30 años, Françoise Ragnaud-Bricq se mantiene fiel a sus raíces ancestrales, gestionando sus tres viñedos y perpetuando las tradiciones del saber hacer de una familia establecida en Ambleville desde hace más de 150 años en los viñedos de Grande Champagne Premier Cru.
La casa Raymond Ragnaud posee una colección única de añadas de 1990 a 2006 sin interrupción. Para preservar su autenticidad, no se añade caramelo, madera ni azúcar. Sólo se realiza una ligera reducción con agua destilada, sin filtración a presión ni refrigeración.
Como todos los coñacs de la casa Raymond Ragnaud, esta añada 2005 se elabora a partir de uvas cultivadas exclusivamente en el prestigioso cru Grande Champagne, una suntuosa mezcla de aguardientes de la cosecha 2005, una gran añada en la región de Cognac. El formato de la botella es bastante clásico y fiel a la tradición, mientras que una etiqueta bastante exhaustiva sobre los detalles del producto atraerá a los conocedores más exigentes.
Adornado con un color dorado claro, ligeramente ambarino, este Cognac Millésimé nos ofrece una nariz fresca, floral y avainillada en un maravilloso remolino de complejidad. Otras notas se unen a la fiesta: especias orientales, jengibre confitado, piel de naranja, así como discretos toques de madera vieja e higos secos.
En boca, cálidos aromas de miel, piña asada y canela nos invitan a un delicioso viaje aromático. El conjunto es voluminoso, dotado de una bella, densa y sabrosa sustancia. Una suave sensación de clavo y taninos ligeros envueltos en una suavidad muy untuosa contribuyen a la estructura y larga presencia en el paladar. Un final oriental, delicadamente picante y licoroso, deja que la mandarina y la fruta confitada se expresen en un viaje altamente seductor de los sentidos.
