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Obras maestras de vino y licores en su puerta
Buque insignia de la Casa, realizado en años excepcionales.
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Embalaje seguro y seguro de transporte
La Maison Geoffroy tiene sus orígenes a principios del siglo XVII en las tierras de la comuna de Cumières, en el corazón del Valle del Marne
Desde entonces, el saber hacer vinícola se ha transmitido de generación en generación, y hoy son Jean-Baptiste Geoffroy y su esposa Karine quienes, acompañados de sus hijas, cuidan con pasión su viñedo de 14 hectáreas. Producen Champagnes "de vigneron" como nos gusta decir, es decir, auténticos y portadores de una historia que se encuentra hasta en su sabor a terruño.
El pueblo de Cumières fue el punto de anclaje de la familia Geoffroy en el siglo XVII. Las generaciones se sucedieron, pero no fue hasta principios de los años 50 cuando René Geoffroy y su esposa Julienne decidieron crear su propio Champagne, naciendo así la marca Geoffroy. Su hijo René sucedió a sus padres al frente de la empresa, adquiriendo nuevas parcelas de viñedo para desarrollar el negocio. Su hijo Jean-Baptiste tomó el relevo a finales de los años 80, tras licenciarse en viticultura y enología. Junto con su esposa Karine, tomó la decisión de trasladar la empresa de Maison Geoffroy a Aÿ en 2008. Hoy en día, transmiten poco a poco su pasión y su saber hacer a sus 5 hijas, que encarnarán una quinta generación de viticultores.
Se trata de un champán elaborado a partir de una mezcla de uvas Chardonnay (53%), Pinot Noir (32%) y Complantation (15%) cosechadas en las parcelas más antiguas del viñedo, que han tenido así el máximo tiempo para impregnarse de las características más ricas del terruño.
Sólo se seleccionaron los mejores vinos y la vinificación se realizó en pequeñas barricas de roble.
Envejecido durante un mínimo de 7 años en las profundas bodegas de la Casa.
El color es oro viejo brillante.
En nariz ofrece aromas ligeramente ahumados y de vainilla con finos matices de bayas rojas y flores blancas.
El paladar refleja la nariz con un delicado toque de madera.
Un éxito indiscutible para un aperitivo con amigos. Aún mejor con ostras calientes en gelatina de champán, erizo de mar, cangrejo o caviar.
Puede conservarse en una bodega fresca, al abrigo de la luz, con la botella tumbada durante más de 10 años.
