Obras maestras de vino y licores en su puerta
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Suele decirse que quien ha probado al menos una vez el Château Palmer lo recordará el resto de su vida. Sin pretenderlo, esto puede ser cierto, ya que se trata de un nombre muy bonito de Margaux. El Château comenzaría a hacerse un nombre cuando en 1814 el coronel Charles Palmer se lo compró a Marie de Gascq, en el que invertiría grandes sumas.
El Château Palmer obtendría el título de Tercer Grand Cru Classé en la clasificación de 1855 para la Exposición Universal de París. No fue hasta el año siguiente cuando el Château, tal y como lo conocemos hoy, se construyó en estilo neorrenacentista bajo la égida de los hermanos Péreire. En la actualidad, el Domaine pertenece a partes iguales a las familias Sichel y Mähler-Besse, que siguen aumentando su reputación.
El viñedo ocupa una superficie de 55 hectáreas, plantadas con un 47% de Cabernet Sauvignon, un 47% de Merlot y un 6% de Petit Verdot. Las viñas se gestionan íntegramente según principios biodinámicos desde 2014. Los vinos envejecen entre 20 y 22 meses en barricas de roble, de las cuales el 50% son nuevas.
En la propiedad se elabora un vino Second, Alter Ego de Palmer.
El Château Palmer es reconocido por la finura y elegancia de los vinos que ofrece. Vinos que son una verdadera invitación al placer de los sentidos.
El vino ostenta un magnífico color rojo granate, casi negro, brillante y luminoso con reflejos violáceos. En nariz revela sutilmente notas de mermelada de moras y arándanos, así como de vainilla. Notas florales de iris aportan ligereza al conjunto. En boca, revela toda su potencia. El ataque es franco y con cuerpo. El cuerpo se estructura en torno a unos taninos cincelados y muy sedosos. Hacia el final de la degustación se percibe una ligera tensión, que aporta una agradable sensación de frescor al final.
