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Obras maestras de vino y licores en su puerta
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Es imposible hablar de los grandes vinos del Médoc sin mencionar el Château Lafite-Rothschild. Un Domaine cargado de historia, cuya reputación y prestigio sólo son igualados por los legendarios vinos que allí se producen. Antiguo señorío medieval, fue bajo la dirección de Jacques de Ségur, de una familia de parlamentarios bordeleses, cuando se plantaron las primeras vides en los años 1670. El vino adquirió progresivamente una excelente reputación gracias a los progresos técnicos de la corte real de Versalles, pero también al otro lado del Canal de la Mancha con el desarrollo del comercio con Inglaterra. Así, en 1787, Thomas Jefferson, embajador estadounidense en Francia en aquella época, lo elogió en sus notas de viaje.
El Château Lafite fue ascendido al rango de Ier Grand Cru Classé en 1855 con motivo de la Exposición Universal de París, distinción que comparte con los Château Latour, Château Haut-Brion y Château Margaux, así como con el Château Mouton Rothschild desde 1973.
El resto de su ascenso, Château Lafite se lo debe a la familia Rothschild, ya que el Barón James de Rothschild lo adquirió en 1868 y le dio su nombre a partir de esa fecha. Cuando el Barón Eric tomó las riendas en 1974, todo se puso progresivamente en marcha con el objetivo de modernizar y mejorar el rendimiento para revelar el excepcional potencial del terruño. Hoy es su hija Saskia quien dirige el Château, siempre con la voluntad de producir vinos dignos de su gran terruño.
El Château Lafite-Rothschild reposa hoy sobre un viñedo de 112 hectáreas de viñas, situado en colinas de grava fina y profunda con un subsuelo calcáreo y orientado hacia el estuario de la Gironda. El viñedo se compone de un 70% de Cabernet Sauvignon, un 25% de Merlot, un 3% de Cabernet Franc y un 2% de Petit Verdot.
El Domaine produce un vino Second a la altura de su mayor, el Carruades de Lafite.
Los vinos del Château Lafite-Rothschild son opulentamente ricos, picantes y nobles, mostrando una potencia magistral que les permite evolucionar magníficamente con el paso de los años.
Los vinos del Château Lafite-Rothschild son opulentamente ricos, picantes y nobles, mostrando una potencia magistral que les permite evolucionar magníficamente con el paso de los años
Con su espléndido color rojo intenso y profundo con reflejos púrpura, Carruades de Lafite 2008 se nos revela con una nariz compleja.
Sabores de frutas negras como la mora y la grosella negra se mezclan con el cedro.
La vainilla, marcador de la crianza en barrica, apoya el conjunto, aportando más profundidad.
En boca, el vino es elegante y bien estructurado.
La riqueza aromática se confirma muy rápidamente con una gran concentración.
El paladar medio es amplio y los taninos son flexibles y sedosos.
El final, largo y persistente, sobre notas especiadas, deja una agradable sensación en el paladar.
A pesar de ser un Segundo vino, Carruades de Lafite 2008 se muestra armonioso y complejo e insinúa un buen potencial de envejecimiento.